El Fantasista de las palabras.

Vianney Sierralta Aracena

Taller Aullido

“No hay que querer ser escritor. Hay que querer escribir. ¡Adelante con los faroles!” Garrapateada en una hoja de cuaderno esta nota funcionó como un buen par de cachetadas y de cambio de perspectivas acerca de una verdad esencial en la escritura creativa, Hay que querer escribir. Hará un buen par de lustros de este “tirón de orejas” que me arrojó inevitablemente al profundo y abismante mundo de las palabras; y más aún a las palabras que se pueden crear, organizar, suspender y transpirar en la creación de una historia. No se escribe para SER escritor; como si fuera una carrera a escoger sin más ni más; el de escribir es un oficio para el cual tienes los “dedos” o no los tienes; en el que no es necesario inventarse estudios universitarios (como suelen hacer por ahí, según supe, determinadas autoridades) para el currículo vitae; en el cual haber sido alumno dotado y sobrecalificado en lenguaje desde los primeros años tampoco; porque por mucha fama de literato y de intelectual avezado que se pueda tener la realidad es bastante sencilla; te leen o no te leen; fin del cuento. Se requiere una buena cuota de paso por la existencia para poder contar historias; alguna vez Borges lo dijo; no hay que dejar que la vida se nos pase por la orilla sin saberla ni conocerla realmente. Será por eso que exceptuando a nuestro queridísimo mentor “El profe Sam”; se considera a los miembros de Aullido; un grupo de “jóvenes”; y es que en este quehacer lo somos; a diferencia de cualesquier disciplina deportiva; dónde ellos declinan nosotros recién estamos empezando; somos juventud entonces pese a que algunos de los nuestros se acercan raudos a la treintena mientras que otros ya la pasamos hace rato; sabemos que estamos en medio del cuento del vivir; y comenzar la carrera.

Quién escribió la nota del comienzo pensaba igual; terminó su educación básica en la escuela nocturna y la media en Inacap. Quería escribir en todo momento; aún lo hace; y desde 1994 su vida dió un vuelco fenomenal cuando ganó el Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura con su novela “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”; ha publicado 8 títulos desde entonces y ha sido traducido a seis idiomas; de minero de la pampa pasó a ser nombrado Caballero de las Artes y Letras por el Ministerio de Cultura Francés el 2001; a raíz de “Fatamorgana de amor con Banda de música” (1998). Su última novela “El fantasista”, que ha vendido cerca de 8 mil ejemplares; ya va por la quinta edición en proceso; un relato que mantiene en su cauce el humor y la emoción de las pichangas pampinas; la capacidad del que escribe de mantenernos pegados hasta el pitazo final.

Estoy segura que el autor no requiere de presentación; Hernán Rivera Letelier (Talca;1950) es hijo de nuestra tierra y de nuestro norte; hombre sencillo; alegre, lúdico, con la talla a flor de labios; sin aires de divo ni pretensiones intelectualoides. Simplemente como él dice: “Soy amante de las palabras y el lenguaje, me considero un poeta que escribe novelas… trato de que sea una sinfonía. Corrijo mucho pues el arte está ahí, en la forma en que hay que contar”

Vianney Sierralta Aracena
Profesora de Educación General Básica
Profesora de Educación Especial
Instructora de Lengua de Señas
Secretaria Agrupación de Sordos del Loa
Calama - Chile