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  • Edgar Alan Poe, El Cuervo

el parque

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viernes, 15 de junio de 2007

Creada Realidad; Olvidada María Luisa Bombal

“A menudo no queda de mí en la superficie más que un vago remolino; yo me he hundido en un mundo misterioso; donde el tiempo parece detenerse bruscamente; donde la luz pesa como una sustancia fosforescente; donde cada uno de mis movimiento adquiere sabias y felinas lentitudes, y yo exploro minuciosamente los repliegues de ese antro de silencio”
El texto anterior corresponde a un fragmento de la novela “La Última Niebla” de la escritora chilena María Luisa Bombal, quien nació un 8 de junio de 1910. Amiga de los grandes de aquellos años, Neruda, Borges, Huidobro, García Lorca. Introdujo surrealismo en las novelas chilenas, mostró mundos desconocidos, como la psicología femenina.
María Luisa Bombal un talento puro. En su juventud estudia en la Facultad de Letras de La Sorbona en Francia. A la vuelta a Chile, conoce al hombre que por el que decide suicidarse, producto del despecho de no sentirse amada. El disparo sólo le produce una herida en su hombro izquierdo. “No me siento capaz de huir. De huir, ¿cómo, adonde? La muerte me parece una aventura más accesible que la huida. De morir, si, me siento capaz”
Finalmente, convencida del desinterés de su amante hacia ella, parte a Buenos Aires junto con su amigo y esposa, el recién nombrado cónsul, Pablo Neruda. Es este lugar, rodeada de intelectuales de la época, donde escribe “La Última Niebla”, historia entre real y onírica de una mujer en busca del amor perfecto.
El 38, aparece su segundo libro “La Amortajada”, obra maestra que cuenta desde la primera página el velatorio de una mujer, Ana María, quien es visitada por aquellos que construyen su pasado: sus familiares y conocidos. Con cada visita se le da a conocer al lector distintas facetas del protagonista, presentado tantas Anas Marías como relaciones pudo tener. Dice de esta hombre, el crítico Alone: “María Luisa Bombal posee una condición rarísima, don gratuito, verdadero presente de los dioses, imposible de adquirir por ninguna clase de estudios; la mirada nueva y limpia, el modo natural y original de ver las cosas, la sensación directa del paisaje y de los seres”.
Al tiempo escribe, “Historia de María Griselda”, en esto, cuando se entera del matrimonio de su amante, produciéndose un desequilibrio hormonal, que la lleva a intentar asesinarlo. Permanece detenida hasta obtener la libertad provisional: “Al matarlo mataba mi mala suerte, mataba mi chuncho”, diría más tarde.
El 74 y 80, la postulan al Premio Nacional de Literatura, sin resultado positivo. El 76 se publicó su antigua novela inédita La Historia de María Griselda, con la que obtuvo el Libro de Oro, entregado por la Agrupación de Amigos del Libro. El 77 se le otorgó el Premio Academia 1976, por el buen uso del idioma castellano. El 78 recibió el Premio Joaquín Edwards Bello, dedicado a los valores literarios de la Quinta Región.
El 28 de enero de 1978 el Ministerio del Interior dictó un decreto mediante el cual se le concedió una pensión de gracia, en consideración a su gran aporte a la cultura.
El 6 de mayo de 1980, fallece, luego de permanecer en una sala común del Hospital Salvador, en completa soledad. Un año antes de su muerte, dirá en una entrevista: “Vivo la tristeza, todo me apena, (...) Tal vez por eso ya no peleo contra Dios. Perdí la partida con El y le pido piedad.” El crítico Ignacio Valente escribió el 11 de mayo, en el suplemento cultural de El Mercurio: “Ha muerto María Luisa Bombal. Ha muerto sin el Premio Nacional de Literatura. Igual que Juan Emar. Las dos más altas cumbres de la narrativa chilena de este siglo han compartido un doloroso destino: el pago de Chile”.
Así es… La costumbre es ésta. El reconocimiento solamente después de la muerte.

Katherine Araya

miércoles, 6 de junio de 2007

SOBREVIVENCIA POR LA VIDA DEL OTRO

“Si veo las cosas claras y él no las ve, ¿qué sentido tiene el permitirle acabar con mi existencia?” Diario de vida, Zenobia Camprubí
Una desconocida para la gran mayoría. Los honores se los llevó siempre Juan Ramón Jiménez, poeta español, autor de” Platero y yo”, entre otros. Zenobia, esposa de Juan Ramón, mujer culta, inteligente, sensible, compañera, amiga y enfermera sempiterna de su “único hijo, Juan Ramón”
Zenobia nace en Costa Brava en 1887, hija de buena familia. Su adolescencia la pasa en Estados Unidos, donde estudia Literatura inglesa. Es merecedora de variados premios por sus poemas y cuentos. Realiza traducciones de Rabindranath Tagore.
Luego del cortejo de J. R., y la evasión de ella durante dos años, por no querer ligarse con un español, los consideraba machista, se casan en 1916. Durante su matrimonio se solventan económicamente de las rentas y los empleos de Zenobia, los ingresos de J. R. eran escasos e intermitentes. Sin embargo, en su diario, este hecho, para lo práctico, resulta menor. J.R. era un enfermo, siendo muy joven ya había sido internado en un centro psiquiátrico, era hipocondríaco, todas las enfermedades las tenía, esta “enfermedad” arrastró a Zenobia incluso a dejar de ser ella.
Sin duda, J.R., sufrió mucho, nadie niega este hecho, pero existen locos y locos, enfermos dignos y conmovedores, algunos que se dañan a sí mismo, pero existen otros que sobreviven a costa de destruir a los demás. Incluso Rilke asegura “Todos morimos de nuestra propia muerte, y de la misma manera creo que todos enloquecemos de nuestra propia locura”.
Es de esta enfermedad que debemos salvarnos. Advertir de su existencia y erradicar los sentimientos antes de hundirnos con ella. Lo que hace la autoanulación de Zenobia más llamativa dentro de los muchos casos semejantes es la potencialidad que tenía esta mujer antes de mutilarse. Zenobia era inteligente, generosa, activa, culta, alegre. Además escribía, el diario publicado por Graciela Palau, que recopila sus escritos desde su matrimonio hasta el día de su muerte, no tiene esa fuerza ni esa voluntad de estilo: está claro que, para entonces, Zenobia, ya ha claudicado. Salvo unas cuantas frases aisladas muy hermosas que demuestran su potencial literario, como cuando explica cómo J. R. se deshace de los borradores de sus escritos: “Rompe el papel en pedacitos con deleite, como si fuera un trabajador quitando el andamio”.
Zenobia escribe su diario, un libro en donde se observan perfectamente las pautas de su relación, una total y completa sumisión. En donde los planes que ella concibe son anulados por los deseos de su marido. Al tiempo de matrimonio, descubre un lipoma en su vientre, J. R. en sus temores de la soledad y de enfrentar las decisiones, no permite que se opere. “Mi primer deseo y más ardiente es ir inmediatamente a la clínica más cercana para que me operen de mi molesta protuberancia, (…) si no pesaran sobre mí tantas tradiciones idiotas iría sin más ni más y ya podría J. R. retorcerse las manos. Es ridículo imponerle algo tan mortificante a otra persona (…). Pero nunca tendré el valor ni la determinación suficiente para deshacerme de mis problemas mientras J. R. esté cerca”. Y así es, los años pasan y Zenobia sigue criando su tumor.
Destruirse por alguien puede llegar a convertirse en un placer perverso y mortífero: a fin de cuentas soluciona la pregunta (angustiosa pregunta) de qué va a hacer uno con su existencia, Zenobia lo confiesa: “Aumenta mi inquietud por llegar a ser útil en la sociedad. Pero estoy conciente de que para dedicarme a otros trabajos tendría que abandonar a J. R., que ahora mismo está necesitando mucha atención. Confundida en cuanto cuál será el mejor camino a seguir”. Finalmente, decidió seguir apuntalando a su neurasténico esposo, conformándose con su papel, contagiándose con las patologías. Ya enfermo, nuevamente en un manicomio, J. R., le concede a Zenobia el valor de su trabajo junto a él, la musa del genio, le escribe: “Fuiste con mi madre, la mejor fuente de mi inspiración”.
Zenobia fallece por un cáncer en su vientre, dos días después que su esposo ha sido merecedor del Nobel de Literatura, 1956. Al año y medio después, J. R., enloquecido de pena, estando encerrado, sin escribir más, la sigue en su camino a la muerte. Encuentran una libreta: “A Zenobia de mi alma, este último recuerdo de su Juan Ramón, que la adoró como a la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz”.
En unas notas de su diario, Zenobia tal vez pensando en sus alas rotas y sueños literarios truncados, anotó: “Cuando regresamos, las nubes se habían abierto hacia el noreste y el resplandor del atardecer hacía que el mundo pareciera nuevo. Y de repente todos los sueños infantiles se hicieron realidad y nos embargó la intensa esperanza de que todo este tiempo de incredulidad hubiera sido un desperdicio de la alegría”.
Katherine Araya Briceño

UNA MAS DE URDEMALES

En la reciente Feria del Libro de nuestra ciudad compartimos con Floridor Pérez, el compilador de aquel libro de la editorial Quimantú, con el cual crecí sobre el mítico truhán. Bueno tuve oportunidad de eso y de algo mas que a continuación narro.
Noté que algunos pasos atrás del escritor visitante, siempre lo seguía un hombre un tanto rechoncho, vestía un abrigo raído con solapas subidas, pelo ordenado, de carácter amenazante y misterioso.
A medida que la presentación de Floridor avanzaba, entre lecturas de poemas sale el tema de Pedro Urdemales, me di cuenta que el hombre misterioso levantó la cabeza y esbozó una sonrisa con picardía (de un tono sonrojado si me permiten la calificación) cuando el escritor destaca la importancia de Pedro en nuestra cultura y que su aporte no es posible despreciarla. En ese instante pasó por mi mente una idea descabellada, al menos para cualquier persona racional y natural del siglo XXI, ¿aquel escritor abría traído a su amigo a estas tierras?
Comprenderán que en una situación de esas características lo mejor es proceder cautamente, así es que esperé a que terminara la charla y vi que el hombre se acercó a Floridor y le habló algo al oído, se dan la mano y se separan. En ese instante el hombre se dirige al paseo Ramírez. Saludo a Floridor, ansioso manteniendo la vista en el personaje, así es que en la primera oportunidad me escabullo y prudentemente le doy alcance.
- Disculpe la pregunta: ¿Usted es Pedro?- No, para nada mi nombre es Patricio, Patricio Bórquez.- Disculpe, lo confundí.- Oye cabro, acaso te interesa Pedro Urdemales- ¡Si!, ¿por que? ¿Sabe de él?- Algo, pero vamos a servirnos una cosita.
Caminamos un rato hasta que encontramos un buen lugar en el mercado, pedimos unos platos, mi acompañante no pierde oportunidad de piropear el andar de la mesera que es meritorio de una persignación. Al poco rato se soltó de riendas la conversación: – Mira, hay pocos que recuerdan al tretudo Urdemales. Por eso me sorprendió que me preguntaras por él.
Vacié ansioso ante mi comensal todos mis conocimientos del personaje.
- ¡Bah! así que lo estudiaste, a pesar de los cahuines es verdad que está vivo, de vez en cuando me topo con él. Pasó un buen tiempo fondeado pero con mucho trabajo. Ha hecho negocios de especulación en la Bolsa de Comercio con acciones truchas, también fue uno de los precursores en la venta de celulares de palo a los arribistas, entre otras cosillas.
Llegan los abundantes platos y comemos a destajo.
- Mira, poseo la recolección única de todas sus andanzas, si te interesa las puedo traer para que las veas. – ¡No te puedo creer! ya anda a buscarlas. -Pero tengo que ir al hotel y el taxi me cobra 20 lucas por ir y volver. -No te preocupes aquí tienes, te espero.- Nos abrazamos.
Me quedé en el local esperando. Comenzó a pasar el tiempo y no regresaba, la gente del local miraba recelosamente, les dije que esperaba a mi amigo. En su puesto noté que estaba su agenda. En un rato la tomé y comencé a hojearla. Tenía anotadas algunas direcciones y varias tarjetas de presentación, en ellas se leía (con cargos variados como: vendedor, cirujano plástico, asesor creativo literario, planificador de transantiago) el nombre de: Peter Ur D´Mall.
Bueno aquella vez tuve que dejar empeñados los libros, el reloj y todo lo que traía compensando los 60 mil pesos de la comida. En espera del bribón que conocí tras un seudónimo y sus cuentos.
Claudio Andrés Sánchez

miércoles, 23 de mayo de 2007

El Viejo de mis amigos

“Más viejo que sus años, mucho más, así es mi amigo.
Viene arrastrándose el cuerpo y la sonrisa con que cansancio,
pero viene...”

Estos versos del poeta cubano Eliseo Diego (1920-1994) nombran al viejo de mis amigos, el que se acerca cada vez que lo necesitamos, el que como pocos dice lo que piensa sin miedo a equivocar... el que jamás renuncia a la felicidad de ser, de existir para ser... al que -al igual que Camus- “la nostalgia explica muchos de sus errores”, al que por sabiduría conecta con nosotros los menores, los otros, que permanecemos a la siga de nuestras ignorancias...

“Sabe cosas este amigo. Sabe, quien apacienta las cabrillas, la dimensión exacta de las flechas del arquero celeste, y el matiz preciso de la llama eterna de Aldebarán. Sonríe. Cuenta anhelantes esbozos de novela, poemas como abismos y tratados y atónitas memorias... su voz es como un soplo, apenas si roza el leve velo de la luna...”

Sabe. Y lo sabe bien. El viejo de mis amigos transita como el eterno observador. Mi amigo observa, me observa. Me ha dicho cuantas verdades, podrá decirme otras, lo sé. El Viejo de mis amigos sabe.

El Viejo de mis amigos dice que la vida es la ocasión para vivir los amores y es también ocasión de vivir los odios. La ocasión de ser perfectos en la derrota y humildes en la ganancia...vive en realidad y con realidad, entonces el viejo de mis amigos sentencia a “Media Rasca”, el mejor de sus argumentos.

El viejo de mis amigos existe... quiero decir, es... o quizá o tal vez o nunca jamás...
En fin, en un lugar de Calama, de cuyo nombre siempre suelo acordar... El viejo de mis amigos aún sueña.

Alfonso Carvajal Maltéz
Taller Aullido

HARRY MARTINSON (1904-1978)

“La Humanidad se siente huérfana en el bosque encantado de los espejismos?/ ¿Es en los días del llanto o en los años de la risa?/ Me desperté en mi barco, rugía la tronada y se / anunciaban cambios malévolos.”
Estos versos de profundo contenido pertenecen a Harry Martinson, Premio Nobel de Literatura 1974, de nacionalidad sueca. Concentrémonos en este poema y podremos captar el sentimiento del autor. La orfandad del hombre frente a la ciudad moderna, las máquinas a bencina, los avances industriales, la radio, etc.; que para el escritor sólo reflejan espejismos, lo real, la seguridad para él, está en el mar, el barco, la naturaleza.

Nace un poeta sueco.
Martinson proviene de un pueblecito campesino donde abunda la pobreza, huérfano de padre a los 6 años y su madre lo abandonó, dejando el hogar. Los mejores recuerdos de su infancia están relacionados con la escuela y con la figura de uno de sus maestros, un ser bueno y cálido, que hizo la veces de padre en la mente del pequeño; podemos apreciar la importancia de un maestro en la guía de un niño, era excelente alumno. A los quince años Martinson se embarcó y durante ocho años su vida está ligada al mar. A bordo es un lector infatigable e incansable, indiscriminado. Son años que le proporcionan una fabulosa experiencia vital, que le dará un extraordinario material para su futura obra literaria.
Debido al esfuerzo y tesón por educarse rinde sus frutos, en 1929 publica su primer libro “Barco Fantasma”, en él abundan los poemas sobre el mar, los barcos, las ciudades portuarias y el paro obrero. En 1935 publica su libro autobiográfico “Las Ortigas florecen”, donde la prosa de Martinson alcanza su máxima calidad. En este libro se aprecia con claridad la importancia que tiene la experiencia, lo vivido, donde destaca lo visual de manera clara.
En 1948 publica lo que la mayor parte de los críticos consideran su obra maestra “El camino de Klockrike”; un gran reportaje poético de alta calidad que presenta la Suecia de los vagabundos que él conoció tan de cerca en la décadas de 1920 y 1930. ”El camino a Klockrike” se convirtió en un libro muy popular y era el impulso que necesitaba la Academia Sueca para elegir en 1949 miembro de la ilustre Institución a Harry Martinson el primer escritor de origen proletario, hecho a pulso, que ocupaba un sillón entre los 18 inmortales. Sugerimos leer sus bellas obras como: “El Barco Fantasma”, “Las Ortigas florecen”, “El camino a Klockrike”.
Despediremos a este admirable autor con los versos finales:
“Nos preguntamos cada vez que los truenos anuncian un cambio malévolo: / ¿es en los días del llanto o en los días de la risa?”
Adriana Alvarez
Integrante Taller "Aullido"

sábado, 12 de mayo de 2007

INSTRUCCIONES PARA SALTAR EN PARACAIDAS

INSTRUCCIONES PARA SALTAR EN PARACAIDAS
Si usted desea saltar en paracaídas, por que sabe que ha nacido a los treinta y tres años el día de la muerte de cristo y tiene hambre de correr un riesgo, tal vez le seria útil observar las instrucciones a continuación sugeridas:
Debe aplicar una capacidad de decisión fuerte, ya que viajar en paracaídas implica un desafío como lo es el transito entre la vida y la muerte, el salto pasará por los astros y dará como resultado vuestras propias divagaciones ya que será largo, hacia el interior del ser. Así puede encontrar y dialogar con la Virgen y tener la certeza de que “La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tu quieres creer”. Aunque con solo desearlo y pronunciar las palabras con astucia podrá convertir aquel instrumento en un parasubidas.
Si usted es heredero del siglo 20 descubrirá durante el viaje que abrió los ojos en “el siglo en que moría el cristianismo” sabiendo que profesa una religiosidad interna, caerá de bruces al ver en el horizonte del porvenir, el avance de la nueva era con sus aeroplanos y hasta es posible que llore, por que entenderá que el mundo aun no entierra a todos sus muertos. Se contagiara del mal del vidente, tal vez usted mismo encarne la apología del hombre en si.
Solamente tendrá por compañía la imagen de la mujer (me refiero a la única) aquella que amuebla el mundo con sus ojos. A lo largo de este viaje puede que se confiese esas alegrías que la presencia de ella provoca y la extrañe tanto como para cantar, cantar por ella y de ella a todo el universo, se dará cuenta que si esa mujer no estuviera las estrella perderían el camino. El universo perdería su tutela.
Puede que de tanto caer, se tope con la poesía, la de los poetas y la de los astros, esta ultima más alta que la misma concepción humana de ella. Puede que descubra que los vocablos también son un deporte.
El amor será su móvil y la prisa lo marcara, produciendo que arrolle todo lo que le rodea. No querrá “comprar olas nuevas en la marería”. Saltará y jugará cantando uiu uiui, tralalí tralalá.
Se acercara a este planeta y sorprendido conocerá todo lo que lo compone. Deslumbrado vera los molinos de viento, de aliento, de advenimiento, de maldecimiento, de ensortijamiento, de encarnizamiento, el molino truculento.
El canto se apoderara de sus expresiones, ya que las palabras se mueven, van y chocan entre ellas dentro del lenguaje.
Su cerebro se abrirá al cosmos y usted solo cantara. Al fin el canto será todo, cantara usted su juego de vocablos: Ai aia aia, tralalí, lali lalá, ululayu,lulayu laya yu, ai a i ai a iiiioia.
Si sigue al pie de la letra estas instrucciones en su viaje, es solamente por que usted es Altazor hijo de Vicente antipoeta y mago.
Nota: Para mayor información los lectores pueden consultar el manual del cual el presente texto es compendio: “Altazor o el viaje paracaídas” del poeta creacionista chileno Vicente Huidobro.

CLAUDIO SANCHEZ BUSTOS

EL CRISTO NEGRO SEGUN MAHFUD MASSÍS

El CRISTO NEGRO SEGÚN MAHFUD MASSÍS
“Caminaba Jesús por la ciudad, llevando un gran martillo. Y uno había en medio de la turba, el cual dijo: He ahí el hijo del Carpintero. Y le pellizcó la mejilla. Ocurrido lo cual Jesús descargó el martillo en medio de su rostro. Y enfrentando a la turba, dijo: Varón soy de verdad y de justicia, mas antaño fui golpeado y pellizcado muchas veces...”
Mahfud Massís (1916-1990) poeta chileno descendiente de familia palestina, esposo de Lukó de Rokha, es integrante de la dinastía poética nacional de Rokha. Sus incursiones literarias se desarrollan principalmente en la poesía y el ensayo critico, participa en revistas literarias como “Polémica”, es también presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Es agregado cultural en Venezuela en 1970, donde luego del golpe militar en nuestra nación es acogido en exilio hasta su muerte en 1990.
“Leyendas del Cristo Negro”(3ª edición, Ediciones Orfeo 1969), un libro escaso en nuestros días. Nos muestra al hijo del hombre viviendo en las calles, duerme con frío en las piedras, en los cementerios, llora. Va mas allá de lo que el canon social ha elaborado como figura. En esta ocasión alza la voz, cuestiona a los hombres de la ley en sus pedestales eternos, ya que olvidan la ley de Moisés. Es capaz de remecer a los nervios más escondidos sin dejar indiferente a nadie con quien se tropiece.
Mención especial merece el capitulo final en que encara al Padre, le reprocha aquella vez en que crucificado invoca su nombre pero este le ha abandonado.

El libro esta conformado por poemas, se expresa en un lenguaje potente con estructura de versículos, relata imágenes perturbadoras similares a pesadillas crudas que no podemos procesar ni suavizar para que otorguen satisfacción, pero dejan en el paladar un sabor, grato sabor con aliños exóticos.

Es éste el Cristo Negro, quien no está para cargar las culpas. Rechaza la imagen que la gente venera; la cruz que se lleva como amuleto, al “ecce homo”, no reconoce los grandes templos erigidos que marginan a niños secos y despojados. No significa que haya cambiado, sino que vive con la experiencia pasada. No busca convencer, es el mismo poeta que habla, aquel que ve el pasado y sabe qué es el futuro para los hombres; sin importar el tiempo que medie para esto.
El vive entre los hedores, con los vagabundos, las prostitutas, recuerda quien fue; mantiene presentes a quienes lo acompañaron en aquella primera oportunidad (incluso aparecen como sombras que han esperado dos mil años). Esta vez, camina solo, vagabundea y lo más relevante no son los milagros; sino las palabras. Pero este hombre no es venerado como se podría esperar, las multitudes le arrojan piedras, lo humillan ya que su prédica es molesta para sus formas de vida.
De seguro en mas de una ocasión nosotros hemos transitado por ambientes brutales, donde inunda el olor a vinagre de hombres que viven en condiciones que calificamos de míseras, de seguro en alguna oportunidad vimos demonios, rostros hinchados de rufianes o aves negras que crecen en el estómago de los viles.
Este ejemplo, nos permite tener presente, como la amplitud de la poesía ha ido generando una variedad de estilos, que han permitido su constante evolución y así se va pasando la antorcha, que continua por esta pista.
La creación y los temas poéticos pueden ir tan allá como el creador se atreva a llegar y ser tantos como este necesite.


claudio sanchez bustos