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  • Edgar Alan Poe, El Cuervo

el parque

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sábado, 12 de mayo de 2007

EL CRISTO NEGRO SEGUN MAHFUD MASSÍS

El CRISTO NEGRO SEGÚN MAHFUD MASSÍS
“Caminaba Jesús por la ciudad, llevando un gran martillo. Y uno había en medio de la turba, el cual dijo: He ahí el hijo del Carpintero. Y le pellizcó la mejilla. Ocurrido lo cual Jesús descargó el martillo en medio de su rostro. Y enfrentando a la turba, dijo: Varón soy de verdad y de justicia, mas antaño fui golpeado y pellizcado muchas veces...”
Mahfud Massís (1916-1990) poeta chileno descendiente de familia palestina, esposo de Lukó de Rokha, es integrante de la dinastía poética nacional de Rokha. Sus incursiones literarias se desarrollan principalmente en la poesía y el ensayo critico, participa en revistas literarias como “Polémica”, es también presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Es agregado cultural en Venezuela en 1970, donde luego del golpe militar en nuestra nación es acogido en exilio hasta su muerte en 1990.
“Leyendas del Cristo Negro”(3ª edición, Ediciones Orfeo 1969), un libro escaso en nuestros días. Nos muestra al hijo del hombre viviendo en las calles, duerme con frío en las piedras, en los cementerios, llora. Va mas allá de lo que el canon social ha elaborado como figura. En esta ocasión alza la voz, cuestiona a los hombres de la ley en sus pedestales eternos, ya que olvidan la ley de Moisés. Es capaz de remecer a los nervios más escondidos sin dejar indiferente a nadie con quien se tropiece.
Mención especial merece el capitulo final en que encara al Padre, le reprocha aquella vez en que crucificado invoca su nombre pero este le ha abandonado.

El libro esta conformado por poemas, se expresa en un lenguaje potente con estructura de versículos, relata imágenes perturbadoras similares a pesadillas crudas que no podemos procesar ni suavizar para que otorguen satisfacción, pero dejan en el paladar un sabor, grato sabor con aliños exóticos.

Es éste el Cristo Negro, quien no está para cargar las culpas. Rechaza la imagen que la gente venera; la cruz que se lleva como amuleto, al “ecce homo”, no reconoce los grandes templos erigidos que marginan a niños secos y despojados. No significa que haya cambiado, sino que vive con la experiencia pasada. No busca convencer, es el mismo poeta que habla, aquel que ve el pasado y sabe qué es el futuro para los hombres; sin importar el tiempo que medie para esto.
El vive entre los hedores, con los vagabundos, las prostitutas, recuerda quien fue; mantiene presentes a quienes lo acompañaron en aquella primera oportunidad (incluso aparecen como sombras que han esperado dos mil años). Esta vez, camina solo, vagabundea y lo más relevante no son los milagros; sino las palabras. Pero este hombre no es venerado como se podría esperar, las multitudes le arrojan piedras, lo humillan ya que su prédica es molesta para sus formas de vida.
De seguro en mas de una ocasión nosotros hemos transitado por ambientes brutales, donde inunda el olor a vinagre de hombres que viven en condiciones que calificamos de míseras, de seguro en alguna oportunidad vimos demonios, rostros hinchados de rufianes o aves negras que crecen en el estómago de los viles.
Este ejemplo, nos permite tener presente, como la amplitud de la poesía ha ido generando una variedad de estilos, que han permitido su constante evolución y así se va pasando la antorcha, que continua por esta pista.
La creación y los temas poéticos pueden ir tan allá como el creador se atreva a llegar y ser tantos como este necesite.


claudio sanchez bustos


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran idea conocer al autor que mencionas......mejor a través del Cristo Negro